Jesús se fue a orar otra vez, y en su oración decía:
—Padre, si tengo que pasar por este sufrimiento,
estoy dispuesto a obedecerte.
Mateo 26:42 (TLA)

Todos odiamos luchar. Hacemos todo lo posible por evitarlo. Para muchos de
nosotros, la vida ideal probablemente se parece a sentarse en una hermosa
playa, relajarse y ver cómo llegan las olas mientras se pone el sol: sin estrés, sin
preocupaciones, sin luchas.
Por desgracia, la vida no es así. Somos personas caídas, que viven con otras
personas caídas, en un mundo caído. Además, estamos acosados por un
enemigo que busca “matar, robar y destruir” (Juan 10:10). Esta es la vida real. La
lucha más significativa que tendremos como cristianos es la lucha contra las
tentaciones de pecar.
Esto fue incluso cierto para Jesús. La Biblia dice que Él fue tentado en todas las
formas en que nosotros somos tentados, pero Él venció y no pecó. No sabemos
mucho sobre la mayoría de Sus tentaciones, pero sí sobre algunas. La tentación
tuvo lugar claramente en el jardín.
La noche en que Jesús iba a ser traicionado, habló de cómo su alma estaba
profundamente afligida. Otra manera de decir esto es – Jesús estaba luchando.
Necesitamos saber que no hay nada pecaminoso o malo en luchar. Hebreos 12:4
indica que se supone que debemos luchar en nuestro esfuerzo por no pecar.
“Después de todo, ustedes aún no han dado su vida en la lucha contra el pecado.
(NLT)” o “Aún no han resistido hasta el punto de derramar sangre en su lucha
contra el pecado” es como el escritor de Hebreos expresa la importancia de
luchar contra la tentación.
La tentación era grande, el peso de todo por lo cual Jesús estaba luchando
dentro del Jardín era fuerte, y lo que podemos aprender de Su respuesta es
cómo responder cuando la lucha se hace real.

Jesús se fue a orar otra vez, y en su oración decía:
—Padre, si tengo que pasar por este sufrimiento,

estoy dispuesto a obedecerte.
Mateo 26:42 (TLA)

Jesús se enfrentaba a una serie de circunstancias horribles. Estaba a punto de ser
traicionado, abandonado y maltratado. Iba a ser torturado y asesinado de la
forma más inhumana imaginable. Jesús iba a experimentar el horror y el peso del
pecado al tomar los pecados del mundo sobre sí mismo y experimentar el
quebrantamiento temporal en comunión con Dios, el Padre. Si alguna vez hubo
una situación que se debía tratar de evitar, era ésta.
Jesús sabía cómo responder a la tentación que enfrentaba. Sabía que la manera
de ganar la lucha era orando. Fue al huerto de Getsemaní, pidió a sus amigos
(tres discípulos) que oraran con Él y se quedó a solas con Dios.
Fue honesto con la lucha, honesto con sus sentimientos,
pero decidido a ser obediente a la voluntad de Dios.

Jesús nos da el mejor ejemplo de cómo responder a las luchas de la vida.
Admitimos la lucha, solicitamos apoyo en la oración, nos sinceramos con Dios
sobre los problemas y nuestros deseos, y luchamos para rendir nuestra
voluntad a la de Dios. Jesús salió del Huerto en victoria, obediencia y paz.
No podemos evitar las luchas, pero podemos responder a ellas de manera que
encontremos la victoria, la obediencia y la paz.
Finalmente, ora y pide a Dios que te ayude a encontrar estas cosas en tu vida hoy.